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miércoles, 11 de abril de 2012

¿CÓMO VEN LOS NIETOS A SUS ABUELOS?

Espero con grandes ansias llegue la hora de salir para abrazar a mi abuelo que me está epserando. En cuanto suene la campana salgo como una garza para echarme en sus brazos, que al verme los abrirá para recibirme en su seno. Lo abrazo con fuerza y le digo: "Abuelo, cuántas ganas tenía de verte". Sigo apretado a su cintura. Él me aprieta y con fuerza estampa en mi frente un sonoro beso. "¡Qué contento estoy ahora, abuelo!".

Por la mañana me trajo mi padre. Apenas me había despertado. Tenía los ojos cerrados y vine durmiendo en el coche. Me dejó a la puerta del cole, con la señorita Julia, y sin apenas mirarme se marchó corriendo. La seño me llevó al sofá y a llí  estuve durmiendo hasta la hora del desayuno. Después estuve jugando con Juan y otros muchos niños. Cogí el balón rojo y Juan me lo quiso sacar. Yo lo aprté por el cuello y lo tiré al suelo. Se puso a llorar y vino la seño. Me riñó mucho y dijo que me iba a castigar. Yo también lloré y me fui a una esquina, en donde estuve hasta salir al patio. Por eso, abuelo, estaba deseando salir para verte y hablar contigo. "¿Qué harías tú en mi lugar, abuelo?". El abuelo dio media vuelta y yo vi que de sus ojos se desprendían unas suaves gotas. Me volvió a  coger entre sus brazos y noté que me apretaba con fuerza. "Vámonos hijo", me dijo. Lo seguí cogido a su mano. Me la apretaba y noté su nerviosismo. Pensé. ¿Qué pasaría por su mente en esos momentos? ¿Pensaría en mi padre cuando era como yo? ¿Cómo trataría a mi padre cuando niño?

Seguimos andando y al pasar por una tienda de chuches me paré. El abuelo hizo lo mismo y me preguntó. ¿Qué quieres? Abuelo, ¿no lo sabes? Quisiera que me compraras algunas golosinas para endulzar los momentos malos pasados esta mañana. Me las compró. ¿Cómo iba a negarse?. Yo sabía que mi abuelo era un sentimental y todo lo que yo le pedía me lo daba. Seguimos andando camino del piso, lentamente. El abuelo ya es mayor aunque nunca me dijo los años que tiene. Yo supongo que ya supera los ochenta. Abuelo, ¿cómo eras tú de niño? ¿Dónde vivías? ¿Qué hacías cuando ibas al cole? El abuelo volvió a dar la vuelta hacia otro lado y de nuevo una lágrima cayó de sus ojos. Tardó en responder. En otros momentos te responderá a esas preguntas. Anda abuelo. ¡Cuéntamelo! El abuelo cambió su forma de mirarme y empezó con su historia.

Rivera

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