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martes, 4 de diciembre de 2012

EN VENEZUELA, COMO EN EL CORRIDO, "LA VIDA NO VALE NADA"

                  Aqui se trataba de otro ejercicio del Taller de Periodismo: Redactar un reportaje.
                  Como ya estaba en Venezuela con los negocios de Cancodrilo y Superchango, me quedé allí para hacer uno sobre la delincuencia. 

                  Corazón, Cáncer, Carretera: Las tres principales causas de muerte en el Mundo Occidental. 
                  En Venezuela, la tercera “C” es “Criminalidad”
El secuestro, este año, del embajador de México en Caracas, ha puesto los focos sobre la cada vez mas precaria seguridad publica en Venezuela. Al Gobierno de Hugo Chávez se le disparan las cifras negativas en materia de Criminalidad.
En 1998, primer año del mandato de Chávez se registraron 4.550 asesinatos. En 2011, 19.336. (Tasa de 67 homicidios por cada 100.000 habitantes.).
Esta cifra escalofriante que supera la tasa de Estados Unidos y la Unión Europea juntos, pone a Venezuela a la cabeza de las naciones mas violentas, solo superada por El Salvador y Honduras, donde las famosas “Maras” campan a sus anchas. Caracas con una tasa de 210 homicidios por cada 100.000 habitantes, supera a la tristemente famosa Ciudad Juárez,  epicentro de la guerra abierta contra el narcotráfico en México.
Las cifras recientes son suministradas por ONGs y Medios de Comunicación. El gobierno no da cifras oficiales desde el 2005.
Buscando el aliento de la calle, el reportero visita los barrios periféricos y sus comisarias y comprueba que en Venezuela, como en la letra del corrido, “La vida no vale nada”.
Declaraciones de familiares de victimas obtenidas a pie de comisaría de la CICPC (Policía Judicial) en el conflictivo municipio caraqueño de Sucre:
Julia Yllanes: “…Uno de los que estaban dentro del Wolkswagen se bajó y lo atracó, y como no le pareció que era bastante lujoso el celular, le disparó tres tiros en el pecho”
Hilda Gonzalez: “Llegaron dos muchachos, le exigieron que bajara del carro para robárselo, y como no se bajó, le dispararon, lo sacaron y se lo llevaron”
Eloisa Betancort: “Tres Malandros, porque así se les llama acá, me lo asaltaron y me lo dejaron muerto. Cuando me avisaron y llegué al sitio ya no había nada que hacer”.
Lo más frustrante para estas madres y esposas es que su dolor difícilmente tendrá una reparación ya que un 93% de los casos quedan sin resolver.


                                                                                                                    
¿Cuáles son las causas para esta escalada de la violencia?
La más apuntada por los opositores al régimen es la dispersión y falta de colaboración entre las distintas policías que conforman la seguridad estatal. La Metropolitana, que depende del Gobierno y las Locales que dependen de la diferentes Alcaldías no actúan conjuntamente. Según Ángel Rangel, Secretario de Seguridad Ciudadana de la Alcaldía de Caracas “Es casi imposible lograr coordinar acciones con las Policías Nacionales dependientes del gobierno del presidente Chávez”. Estas policías gubernamentales son acusadas de estar fuertemente ideologizadas en detrimento de la profesionalidad necesaria: “Aquí hablan de Patria, Socialismo o Muerte. Y en ninguna parte del mundo las policías o los bomberos, por ejemplo, deben ser policías o bomberos socialistas, comunistas o liberales, y esa es la desgracia que tenemos en la actualidad” nos manifiesta Antonio Ledesma, Alcalde Mayor de Caracas.
Otra de las causas es el incremento de las redes organizadas de narcotráfico, atribuido por los opositores a la política chavista de apoyo a la narco-guerrilla colombiana de las FARC. De hecho, el General Hugo Carvajal, designado por Chávez como director de la Oficina Nacional Contra la Delincuencia Organizada, ha sido acusado hace cuatro años por Estados Unidos de cómplice de las FARC en el narcotráfico.
Otro de los factores fundamentales es la corrupción instalada en el seno de los cuerpos Policiales. Ha sido reconocida incluso por Tareck El Aissami, Ministro del Interior,que afirmó el año pasado: “Hay policías y militares involucrados en el 20% de los homicidios”.  
Volvemos a la calle. Algo intimidados, contactamos con dos “Malandros” de los cerros de Caucagüita, núcleo chabolista de la periferia de Caracas. Estos jóvenes, “Chino” y “Falconetti”,  no muestran ningún reparo en presentarse a la entrevista con sus pistolas Smith & Wesson de 9 mm a la vista. Para ellos "Ser Malandro significa tener poder, mandar en el barrio, tener mujeres, carros, todo. Aquí hay que saber que  matas o te matan. Algún día nos matarán o iremos presos, lo que Dios quiera…”



¿Tiene el "Socialismo del siglo XXI" soluciones para este problema?
Normalmente se relaciona la delincuencia con las desigualdades sociales y la marginación. Sin embargo, Venezuela rompe moldes también en ese aspecto. El coeficiente de Gini del país –una escala de 0 a 1que se usa para medir las dispersiones en los ingresos y la riqueza- muestra que la desigualdad se redujo de 0,5 en 1998 a 0.4 en 2008. ¿Como es posible esta paradoja? ¿Por qué los venezolanos han reelegido a Chávez con una holgada diferencia de 8 puntos en las recientes elecciones? ¿Por qué los barrios chabolistas mas castigados por el crimen, son su mayor vivero de votos?
El mismo Presidente, con su oratoria populista, alimenta las interrogantes sobre el asunto. En una intervención en el Canal progubernamental VTV dice: “El problema de la inseguridad es terrible, es duro, no solo en Venezuela, sino en el mundo… Díganme en Estados Unidos la inseguridad… Vayan a Cuba… En Cuba que ocurra un asesinato es una cosa sumamente rara… ¿Un atraco en Cuba? Impensable...Y no es porque haya un policía con una ametralladora en cada esquina, no… porque el problema no es policial, es social”
Aunque su lenguaje tosco muestra las conocidas filias y fobias de Chávez, esta alocución ofrece materia para la reflexión del lector.
En cualquier caso, todo esto demuestra que no existen ni explicaciones ni recetas fáciles para el problema de la delincuencia en América Latina.
                                                                                             Ovidio



                                         



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