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miércoles, 29 de febrero de 2012

FURTWANGLER

WILHELM FURTWANGLER

Esta mañana estuve escuchando la Novena Sinfonía de Beethoven. Era una interpretación del año 1951 dirigida por el mítico Wilhelm  Furtwangler en el Festival de Bayreuth.  
Año 1951…Aun humeaban las cenizas de la guerra. No pude evitar reflexionar sobre la patética figura de Furtwangler: Es uno de los más claros exponentes de la compleja tensión entre el arte, la política y la vida. Otros grandes directores e intérpretes, muchos de ellos judíos, huyeron de Alemania con la llegada al poder de Hitler en 1933. Pero Furtwangler permaneció en su patria hasta el final como director de la Filarmónica de Berlín en los años más duros de la guerra y al término de esta tuvo que enfrentarse al proceso de desnazificación impuesto por los vencedores. Se le acusaba de apoyar al nazismo dirigiendo la orquesta en actos del partido y del estado. Á diferencia de su sucesor al mando de la Filarmónica, el entonces joven Herbert Von Karajan, que impulsó su carrera afiliándose al partido nazi, Furtwangler jamás perteneció a este ni se benefició profesionalmente. Ya antes del 33 era el músico más importante de Alemania.
 En su defensa durante el proceso, contestando a las criticas de  Thomas Mann manifestó: "¿Acaso realmente cree que en la Alemania de Himmler a uno no le debería ser permitido tocar a Beethoven? Quizás no lo haya notado, pero la gente lo necesitaba más que nunca, nunca nadie antes anhelaba tanto oír a Beethoven y a su mensaje de libertad y amor humano, que precisamente estos alemanes, que vivieron bajo el terror de Himmler. No me pesa haberme quedado con ellos. Nadie que no haya vivido aquí en aquellos días posiblemente pueda juzgar cómo eran las cosas"  Aunque salio absuelto y le fue devuelta la dirección de la orquesta, la sombra de aquellos ominosos años le persiguió hasta su muerte en 1954. Es necesario resaltar la enorme influencia de los judíos en el arte de aquella época poco propicia para matices. Los que habían vivido un exilio dorado  en Estados Unidos no le perdonaban el haberse quedado en el vientre de la bestia.
Son emocionantes por la mezcla de belleza, grandeza y horror dos documentos que pueden visionarse en YOU TUBE:
En el primero, en 1942, en el cumpleaños del Führer, la Filarmónica dirigida por Furtwangler interpreta el final de la Novena Sinfonía. El coro que interpreta la sublime “Oda a la alegría” esta flanqueado a ambos lados del escenario por dos enormes esvásticas. En los palcos, oficiales convalecientes de heridas de guerra. En las primeras filas de la platea, Himmler, Goebbels y otros jerarcas. Tras el vibrante final y los aplausos, Goebbels, entusiasmado, se acerca al borde del escenario y tiende la mano a Furtwangler. Este, con una mirada gélida, se la estrecha. Luego, cuando Goebbels se retira, el maestro, brevemente, se limpia la mano con un pañuelo.
En el segundo se trata de una interpretación del preludio de  “Los Maestros Cantores de Nuremberg” de Wagner en el recinto de una fábrica de AEG. También aquí las esvásticas rodean el improvisado escenario. El publico esta compuesto por trabajadores y soldados… Aquellos rostros de gentes comunes, ya perdidos en la niebla del pasado, unos ensimismados, otros transportados por la música, parecen dar la razón al alegato de Furtwangler.
¿Con que nos quedamos del pueblo alemán: con Auschwitz o Beethoven?  ¿Con Goebbels o Furtwangler?
Sobre el proceso a Furtwangler hay una muy buena película, creo que no estrenada en España, titulada “Taking Sides” (Tomar Partido) que constituye una excelente reflexión sobre la relación Arte-Politica. 


Ovidio





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