Cuando
vengas, amiga
quiero saber que vienes
y esperarte sentada
en mi rincón de siempre,
en mi rincón de siempre,
para irme contigo
adonde el viento no duele,
ni duelen las palabras
que como dardos hieren.
Cuando vengas, amiga
esperaré en la nada
a que los dedos de Dios
se me acerquen a las sienes.
GRACIELA G. RIVAS
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